El gobernador expresó que se debe trabajar en conjunto para la búsqueda de soluciones reales y así crear un verdadero federalismo.
Mientras la mayoría de los gobernadores del país endurecen su postura frente al Gobierno nacional, el salteño Gustavo Sáenz optó por reencauzar su vínculo con el oficialismo y se mostró públicamente alineado con el núcleo más cercano al presidente. En plena tensión entre Nación y las provincias, el mandatario provincial mantuvo una reunión con Karina Milei, jefa de asesores y hermana del presidente, en un gesto que fue leído como una señal clara de subordinación política al poder central.
Lo llamativo es que este acercamiento ocurre en un contexto de creciente recorte de fondos nacionales hacia Salta, una provincia que ha visto disminuidos drásticamente los recursos que antes recibía de Nación. A pesar de ello, Sáenz insiste en consolidar su vínculo con La Libertad Avanza.
El gobernador llegó al cargo con un discurso que promovía la autonomía provincial y una gestión alejada de las disputas ideológicas nacionales, pero ese perfil moderado y pragmático se fue diluyendo con el tiempo. Hoy, Sáenz es visto por muchos como un aliado funcional del gobierno de Javier Milei, sin críticas ni reclamos visibles ante el severo ajuste que afecta a las provincias.
En los últimos meses, su postura se ha vuelto cada vez más cercana al oficialismo: evita confrontaciones públicas, se muestra institucionalmente alineado, y ha comenzado incluso a replicar el relato libertario para justificar recortes locales en áreas sensibles como salud, educación y desarrollo social. Frases como “no hay plata” —emblema del discurso nacional— ya son parte habitual de su argumentario en Salta.
