En julio de este año, con un kilo de carne vacuna se pudieron comprar casi tres kilos de pollo o un kilo y medio de cerdo, una clara muestra de la sustitución en el consumo.
En julio de 2024, el precio de la carne vacuna promedió $7445 por kilo al consumidor, una caída significativa del 16% en términos reales con respecto a diciembre de 2023. Este descenso, según un informe del IERAL de la Fundación Mediterránea, ayudó a mitigar la inflación, ya que la carne es uno de los productos más relevantes dentro de la canasta de consumo.
Sin embargo, a pesar de la baja en el precio, el consumo de carne vacuna cayó un 20% interanual y alcanzó niveles históricos bajos debido al deterioro del poder adquisitivo por la inflación.
El informe, elaborado por el economista Franco Artusso, subraya que la participación de la carne vacuna en la inflación se redujo drásticamente. Mientras que en diciembre de 2023 la carne aportaba 2,2 puntos porcentuales a la inflación, en julio de este año ese aporte fue de solo 0,11 puntos. Esta disminución fue un factor clave para desacelerar el aumento general de precios en lo que va del año.
Como resultado, muchos consumidores han optado por alternativas más económicas como el pollo y el cerdo, cuyos precios son considerablemente más bajos que los de la carne vacuna: “En coyunturas de este tipo, las familias recurren a otras opciones más económicas para salvaguardar sus ingresos”, explica el informe de Artusso.
En julio de este año, con un kilo de carne vacuna se pudieron comprar casi tres kilos de pollo o un kilo y medio de cerdo, una clara muestra de la sustitución en el consumo.
¿Qué pasará con los precios en los próximos meses?
Según el informe, la producción de carne cayó casi un 9% interanual en los primeros siete meses del año, y la hacienda destinada al mercado interno ha experimentado una revalorización. Estos factores sugieren que podría haber presiones al alza en los precios durante los próximos meses.
Por otro lado, la reciente reducción de aranceles para productos cárnicos podría aumentar los precios de exportación, lo que generaría un impacto en el mercado local. “Si la actividad económica repunta hacia fines de año, es posible que las familias retomen sus hábitos de consumo habituales, lo que podría elevar la demanda de carne vacuna y, en consecuencia, los precios”, añade el informe.
En definitiva, si bien la baja en el precio de la carne ha sido un alivio para los consumidores, los desafíos en la producción y las presiones económicas globales podrían revertir esta tendencia en el futuro cercano, volviendo a colocar a la carne vacuna en el centro del debate económico.