Luego del levantamiento del cepo y la puesta en marcha del nuevo esquema cambiario, el dólar mayorista registró un incremento del 10,5%. No obstante, según estimaciones iniciales del mercado, el impacto en los precios fue más leve en comparación con devaluaciones pasadas.

Aunque hubo subas en alimentos y productos electrónicos, no se observó una disparada inflacionaria generalizada.

Consultoras como PxQ y LCG registraron aumentos puntuales, especialmente entre el 14 y 15 de abril, pero dentro de rangos manejables. Por ejemplo, la inflación semanal en alimentos fue del 0,8%, con un acumulado del 2,5% en tres semanas. El rubro “comida fuera del hogar” fue uno de los más afectados.

Analistas destacan que el bajo “pass through” se debe a una combinación de factores: consolidación fiscal, política monetaria restrictiva y anclaje de expectativas. Esto permitió que el impacto inflacionario fuera menor a lo esperado pese al salto cambiario.

Se proyecta que la inflación de abril ronde el 4% y baje al 3,5% en mayo, con una tendencia descendente hacia el tercer trimestre, que podría cerrarse con una inflación mensual del 2%. Para fin de año, las proyecciones estiman un acumulado en torno al 30%.

No obstante, economistas advierten que la sostenibilidad del esquema depende de que la inflación se mantenga bajo control. De lo contrario, podría haber presiones sobre el tipo de cambio real, especialmente si no hay mejoras en la productividad ni avances en reformas estructurales.

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